Hola a todas y todos. L@s que lean y l@s que no, bienvenidos sean.
Después de algún tiempo, traducido en días vividos, nos aparecemos con algunas actividades para compartir con ustedes. 2012.
Verano sequísimo en la ciudad de Río Cuarto, amarillo como las hojas de fresnos en abril, pero en enero. 40 grados promedio y encima en una ciudad desierta de arboles. Calles eternas por el reflejo del sol en el pavimento, que quema y aturde de grises los sentidos.
Comenzó el año, ahí como queriendo acomodar un cuarto viejo, acomodando cosas por acá y por allá. Regar era el alivio más tremendo, regar era divino, preciado.
El otoño que se acerca y el calor sigue y se llueve todo en marzo: qué raro. Pasó abril. Mayo se vino con todo.
Participamos en el cierre del taller de instrumentos de percusión que dió Santiago Ivulich en la Casa del Sol: pintaron los tambores, la torta y el cafecito de algarroba. El centro comunitario del barrio Oncativo ahora cuenta con un aguaribay y un quebrachito blanco, además de los algarrobos, moradillos, talas, cina cina que ya habíamos plantado en otra ocasión. Esperanza de bosque, latido de bosque, el río cerquita y el cun cun del cuero, de la madera y el cuero. Alegría. Y como no teníamos mucho que decir, interrogamos al paladar: sentido milenario.
El sábado 4 nos visitaron los jóvenes Boy Scouts de diferentes pueblos de la provincia de Córdoba. Compartimos una charla, intercambiamos lo que hacemos y lo que hicimos durante más de 2 horas . Se fue explicando cada interrogante; por qué el bosque nativo, por qué el algarrobo, por qué el alimento del monte, cómo hicimos la casa, por qué de barro, por qué redonda, cómo lo mezclamos y así. Lindo encuentro. Los jóvenes no paramos de asombrarnos por las costumbres del pasado y correrle el velo a la mentira del progreso, ¿cuándo fue que dejamos de construirnos nuestras casas?, ¿por qué no vi a mi padre amasar el barro?
Y este último sábado, en el marco del taller Comunicación y Política en los Procesos Colectivos organizado por Grietas, nos visitaron organizaciones de distintos barrios de la ciudad y el periodista y pensador uruguayo Raúl Zibechi. La cuestión era plantear las prácticas de cada uno en sus respectivos colectivos o vidas cotidianas. La política y lo político se acomodaron en la ronda del fogón: todos hablábamos y opinábamos sobre la pobreza material y la espiritual, la simbólica y estatal. Estábamos ahí para decirnos que no estamos de acuerdo con la desigualdad y con el atropello a la tierra, con lo que cada día nos hace mas pobres, mas huérfanos, menos dignos.
Fue un gran abrazo de cariño y escucha atenta. Al fin y al cabo todos nos encontramos enfrentando de diferentes maneras lo que el capitalismo y el estado destruyen y se comen vorazmente; el bosque, las montañas, los pobres, la clase media, el agua, los jóvenes, los viejos, las bicis, las huertas, el árbol, la fruta, la diversidad. Ante esa oscuridad nos encontramos, queriendo brillar, queriendo hacernos brillar. Raúl escuchaba como absorbiendo todo; algo se llevará al otro lado del río para jugar con el pensar y descifrar un poco más el juego del gran capital, cómo le ganamos a esas bestias feroces que cada día comen más y más, cuando será el día en que cerremos la boca de la bestia.
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